Quiero escucharte hablar algo de mi.

Tu distancia y tus silencios son los que me inspiran a  imaginar historias mientras mi mente baila en cualquier momento del día.

Llegaste esa noche, decidida como nunca antes te vi. Me agarraste del brazo y me acercaste sin dudar ni un segundo, pero sin perder tu irónica conquista me dejaste cerca de tu piel, suspiraste y te diste vuelta para cambiar la canción.

Hablaste de cosas hermosas, que me encanta escuchar, cantabas cosas que en realidad me querías decir y hacer pero otra vez la distancia te alejaba de mi. Siempre encontrás la manera de rozarme, de hacerme saber que tus ganas vivían cada vez más fuerte y apunto de hervir, pero esta historia es como un libro que se abre en cualquier página ante un impulso para ver qué tiene el destino preparado para nuestros ojos.

Por momentos más segura me mirás fijo y hasta desafiante pero cuando te das cuenta que mis ojos no tienen miedo, no tienen culpa solo son hambrientos de locura y sentir, volcás las emociones en tu sonrisa de costado que tanto escuchaste nombrar. Yo mientras pensando si seguir respetando tu consciencia, preguntándome si realmente morís de a poco como yo.

Pero entre las nubes despejadas y otras palabras que siempre tienen que estar para hacer de todo un romanticismo necesario, las horas no pasaban y el aire se corta cada vez con más tensión. Dudo siempre si acercarme porque conozco que con un solo movimiento puedo asustarte y perder el acercamiento que tanto sueño, pienso, imagino, cuento, recuerdo y recuerdo.


Me pregunto si existo viva en tus distancias y en tus silencios, si estoy en tus ganas perdida por lo menos en algún rincón. O si las fábulas que se escriben en tu nombre te llegan a algún lugar más que a la sorpresa propia de tus ojos.

Tus movimientos, tus manos marcan compases en los latidos, o quizás son el ritmo de la melodía que acompaña toda nuestra historia. Todo muy cambiante pero permanente, eso que a veces soñaste de las manos que se entienden, que se necesitan es todo lo que quiero para el día perfecto.

Sí hubo una vez anterior, donde pude entender a tus ojos incluso cuando estaban cerrados, el peso que notaba en tus párpados venía directamente del ancla de no querer caer en la tentación. Cerrados tus ojos, tenían expresión. Creo que nunca vi algo parecido, debe ser lo enorme de tu transparencia.

Puede sonar tan suave y pastel, pero está lleno de rojo y de picante. No pudimos vernos amanecer porque nunca dormimos, porque dedicamos la noche a mirar el silencio y a escuchar las sensaciones de todos nuestros sentidos que se potencian cuando entramos en contacto.

Fue hermoso, fue lo justo, fue complaciente y entero.
Fue lo que quiero, y un poco más.
Siempre un poco más.


Porqué no te dejás de pensar,
en labios que besan frío?
Luz, luz luz!
Que el infierno está encantador.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Otro corto cuento.

25 Junio 2024

HOLA