La verdadera libertad

A veces en el aire fresco de la noche, la respiración cambia de turno o altera la melodía.
A veces muy tranquilo, otras veces se acelera pero siempre que esté acompañado por la soledad, es una buena sensación.

Dejamos de pensar, dejamos de sentir.

Siempre relaciono este único momento con la luna, porque es la luna lo más hermoso, misterioso y libre que tenemos, expectante siempre de todo, oyente de las palabras, los pedidos y las gracias, cómplice de los romances, testigo de peleas, la verdadera dueña de la verdad y la más fiel, esa siempre amante del silencio, los secretos y la distancia.


Es lindo encontrarse entre almas con pares de sentir, con locos de vivir, con hambrientos de querer entender o a veces simplemente resignarse a cumplir los impulsos del corazón, como en esa melodía de la que hablamos la última vez.

Es un abrazo a la inspiración encontrar en los poemas de otro lo que siempre quisimos decir, es una ventana a entender que siempre de todo hay dos o más... menos de la luna y del tiempo.

Puedo escribirte en palabras desordenadas, puedo escribirte con los pensamientos o puedo pensarte con una canción. Busco sin cansarme las señales de entender.

Cierro los ojos y dejo que el viento me acaricie la piel, haciéndome sentir la verdadera libertad. La libertad que los ciegos tienen por no haber visto en las lágrimas el vivo dolor, por no haberse quebrado con la profundidad de tus ojos o  por no haberse asustado con la violencia del mar.

Tan simple como eso.



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