Rapsodia Callejera.

Buen día mi vida, mientras pienso como llegué acá.
Habrá sido nuestro premio por no salir corriendo?
O el castigo por no saber escapar?

Te sigo buscando como enfermo al remedio,
como comienzo al final.
La suerte de encontrarte alguna vez 
y sentir que para casi todo hay solución.

Puede tu piel ser tatuada por mi sed?
Puede mi infierno ser

mucho más fiel que tu cielo.

En los libros que nunca leí tal vez te deba buscar.
Por favor, escuchame si queres esta vez. 

Se pudieron escapar los prisioneros de la razón,
se convirtieron en demonio los ángeles que nadie quiso.
Se regalaron los besos que nadie vendió.
Se desbordó con certezas amargas 
el gran mar de las dudas.

Sé que no se pero siempre, siempre opino igual.
Escribo sin escuchar si lo que hago yo mismo está bien o  mal.

Cae el agua desde el cielo,
solo un mar de desconsuelo.
Se hace eterno el silencio lleno de real desolación.

En silencio llorarás, no hay donde puedas escapar.
Tuvimos suerte y quedamos al frío
pero nuestros humos, nos ahogaron de razón.
Quiero inventarme un mundo de calor
quiero vivir en mi mundo de canción.


Del acorde gris me fui cansando
Y por rezarte tanto me acerqué al perdón.
Y salí a enfrentarme a mi propia voz.
A viajar sin tiempo al sueño más profundo del mundo,
a la imaginación.

Entre el todo y lo que falta,
entre tus ojos y el amor
entre la calma y lo que daña
entre el abismo y la canción,
El mundo gira y en un sueño, se detiene el tiempo y la razón.

Hoy la tarde hiere, la noche te enloquece
y el día (siempre así) te despierta.
La luna y tus estrellas no olvidan.
Hoy la suerte no te pide perdón,
las canciones quedan en un rincón.
La memoria no te mira y se olvida.

Infernales noches gritan abajo,
hay hombres que se atreven
hombres que se quejan
y está el dueño de la pelota de hoy.

Hay víboras que curan, frases que te matan
y está la telaraña de lo que quedó.
Vivir quebrando entre vivos.
Si tenés consciencia mediando la inconsciencia,
tu diablo de la guarda no falló.