A nuestros ojos.

Me duermo en la paz
de tu mano que acaricia la mía.
Despertamos y hablamos
de todas la veces que soñamos soñar.

Nos miramos largas y divinas horas
sin hablar, sin pensar.
Solas vos, yo
y el regalo que le debíamos a nuestros ojos.

Nuestros ojos,
los que empezaron esta historia
estimulando los latidos del corazón
y la locura imparable de la razón.

Nos miramos y nos seguimos mirando...
y en las miradas hay algo único
que no puedo descifrar.

El corazón nos late fuerte
pero no hay tiempo, no hay horas.
Solo hay luz y nuestras manos.

No me quiero despertar,
porque es tan intenso el momento
que un parpadeo lo puede quebrar.

El mundo se para en mis sueños,
todas las noches, todas las tardes
en cada momento que tus ojos
me dejan sin respiración.

No me quiero despertar.


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