El corto cuento de Bohemia y Emoción.


Bohemia se preguntó si el mundo en el que había nacido era el correcto. Una mañana surgió la cuestión y desde entonces todo lo que se movía a su alrededor parecían ser respuestas a su incertidumbre, nada común por cierto.

Y así, pasaban las mañanas pero Bohemia se volcaba en pensamientos extraños que no quería reconocer, y las respuestas del universo se unían cada vez más para demostrarle que fuera éste su mundo o no, le tocaba estar aquí por alguna específica razón. Por eso la música de cada mediodía cambiaba de idiomas, de tono, pero todas y cada una de ellas estaba metida en la sangre de Bohemia al punto de borrarse de su memoria en forma de saladas lágrimas o lágrimas saladas. No siempre de tristeza, era simplemente su mejor amiga: Emoción.

Emoción era una nómade tan conocida como una enciclopedia, todos en el mundo la conocían por motivos que nunca reveló. Algunos la adoraban, otros la abusaban y siempre estaban los que la repudiaban... pero Bohemia sentía por Emoción un amor tan inmenso que no entraba en su corazón. Emoción era esa sensación inexplicable que cura pero a la vez enferma, que llora pero a la vez ríe y que ama pero no se sabe qué clase de amor regala en sus caricias.

Entre cuentos de ayer y de mañana, en las noches se contaban pensamientos, Bohemia le expresó con su mirada que algo volaba dentro de su cabeza y que no encontraba la pista para aterrizar. En fin, Emoción simplemente la tomó de las manos, la miró y calló.

Entonces después de un largo, instantáneo pero eterno momento salió de la alfombra una melodía tan intensa como una catarata de algodón y sin palabras pero con significantes sonidos explicó de una vez y sin pudor, que esa sensación se curaría con amor. Le cantó en dolor que llegaría a su vida el Silencio y que con el correr de los años comprendería que no hay mejor amigo que uno mismo para compartir sus propios secretos. Aprendería junto con los años y la vejez a leerlo, adorarlo tal como es, sin que los altere la marea interna.. ya saben eso tan difícil de lograr. Le explicó también que las respuestas no siempre deben venir del cielo o de la tierra, a veces simplemente están entre nuestras venas y quieren quedarse ahí hasta morir, sin que nadie jamás las conozca, las interprete y mucho menos su peor pánico: que las juzguen.

Bohemia se dio vuelta, se tapó, abrazó fuertemente a Emoción. En paz con sus pensamientos se entregó a soñar. Y Emoción en un profundo y oscuro suspiro solo la admiró, dejando morir en ese suspiro las hermosas palabras que quería develar.

Dijeron que en el sueño sonaba la canción de la alfombra, y sus respuestas tomaron forma de flor.

Sí, de flor.

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