Descriteriada en cuarentena.

Cuando se confirmó lo del aislamiento no parecía tan grave, sonaba raro y la sensación de seguir una orden con tono de urgencia era algo que en un contexto de adultez, jamás se había hecho presente. 
La ansiedad entró como emoción protagonista de la situación, acompañada por un silencio vecinal que le daba el tono perfecto entre suspenso y pronta caída.

La sensación en mi cabeza fue como un segundo de pausa donde se abrió un portal de teorías conspirativas, guerras sociales, posibles contraguerras, ¿quien sufre más, quien sufre menos?, ¿Cómo sigue?, ¿Quién está detrás? , no vi a mi mamá, no lavé la ropa, la cana, las calles, el miedo, la confianza, la posibilidad de comprender un compromiso social que supera las diferencias sociales y políticas, no tengo yerba ni puchos y así, todo así en un segundo. 

Como todo pensamiento fugaz: llega, desarma y desaparece dejando secuelas en el ánimo que dan vueltas hasta la próxima inquietud.

El tiempo pasa y es difícil en tiempos de pantalla imaginarnos en un concepto familiar al "asilamiento" y es inmenente la necesidad inconsciente que sale por los poros de escapar a la montaña o salir a caminar como acto reflejo instantáneo al saber que de verdad, no se puede salir.

Es el momento clave para las mentes despiertas controlarse y superarse sin exceder o excediendo los límites ya conocidos y para las mentes quietas amigarse con la creatividad. Es el momento de aprender a filtrar todo lo que las redes nos van a ofrecer para poder determinar nosotros realmente qué es lo que queremos consumir y sentirnos victoriosos al usar inernet como una herramienta que impulse en verdadero bienestar. Bienestar mental, físico, desprejuiciado y amable.

Algún análisis vago; 

 El ridículo empieza lentamente a desparecer en la lista de miedos, porque como consecuencia de no estar compartiendo un mismo espacio, quien no racciona a tu acción no hace notable lo que piensa cuando te ve.

El contenido empieza a ser administrado porque empezamos a entender que tenemos que racionar por primera vez en muchos años de libertinaje. Por contenido digo; la inspiración, la soda, las reflexiones, las películas, los juegos, las video llamadas, los puchos, la droga y las verduras.

El sexo es recibido con paciencia y respetando su proceso porque no hay que ir a nungún lugar después, solo hay que abrazarse y preguntarse qué comer.

Y me pasa con varias cotidianeidades que me encantaría listar pero me leo y solamente pienso en "aislamiento privilegiado" y mientras intento pensar cómo continuar con esa idea me interrumpo pensando que mi aislamiento no es privilegiado; porque el aislamiento de por sí es un método de tortura, y aún así teniendo las comodidades más monáquircas, porque en tiempos de guerra el agua caliente, el gas e internet son de la realeza, me enfrento a un desafío del que no puedo escapar que es la soledad; es decir yo contra yo. 

Claro está que la guerra se puede tornar muy divertida considerando las habilidades de la creatividad y la información como armas letales, pero es inevitable la contrapartida en algún momento de silencio o cuando crujen las paredes. Es ahí el desafío de quedarse, cuando el entretenimiento para, cuando estamos en la pura realidad y decidimos si usar la plabra equilibrio, elevación, aburrimiento o desolación.

Mi texto carece de criterio.



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