19 de Julio 2021

 Que cosa más pesada la madurez o la adultez asumida con los códigos de la historia antigua que ya nada tiene que ver con nosotros.

Lo increíble que me parece que el cuerpo realmente empiece a detonar por todos los bombardeos del exterior, haciendo un profundo puente con el frente a frente de la mente y la realidad.

Pensar, asumir, toser, menstruar distinto y seguir.

Llorar un poco, tomar agua y pensar ¿Hasta cuándo?¿Por qué?¿Qué me pasa?

Elegir una serie y no cansarse, la magia de volver a leer que lamentablemente requiere de un esfuerzo mayor a lo natural porque estamos latentes a un supuesto fin y a un nuevo comienzo que nos carcome con ansiedad. 

El punto de quiebre es pensar que las consecuencias de todo lo que pasa, pasó y sigue pasando nos repercute en el cuerpo, en la mente y en las emociones, nada nuevo por acá.

Identificar las emociones ya de por sí es un acto tremendamente difícil y de mucha valentía y energía que se va, pero cuando encima tenemos los estímulos limitados, los silencios asustados... 

Acompañarse es fundamental, amarse, quererse y lograr que el éxtasis no sea tan bajo cuando pasa, pero qué difícil se pone cuando nada te identifica. 

Buscar esa supuesta necesidad de progreso constante con la que hemos crecido y que nos ha inculcado esta cultura tan injusta nos lleva de forma permanente a pequeñas frustraciones que se hacen un lago gigante de frustraciones que se hacen un monte de dolor cuando la vista se nubla y las piernas se cansan.

Llorar, viene bien. 

Estar solo y en silencio también.

Expulsar.




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