Descriteriada en cuarentena.
Cuando se confirmó lo del aislamiento no parecía tan grave, sonaba raro y la sensación de seguir una orden con tono de urgencia era algo que en un contexto de adultez, jamás se había hecho presente. La ansiedad entró como emoción protagonista de la situación, acompañada por un silencio vecinal que le daba el tono perfecto entre suspenso y pronta caída. La sensación en mi cabeza fue como un segundo de pausa donde se abrió un portal de teorías conspirativas, guerras sociales, posibles contraguerras, ¿quien sufre más, quien sufre menos?, ¿Cómo sigue?, ¿Quién está detrás? , no vi a mi mamá, no lavé la ropa, la cana, las calles, el miedo, la confianza, la posibilidad de comprender un compromiso social que supera las diferencias sociales y políticas, no tengo yerba ni puchos y así, todo así en un segundo. Como todo pensamiento fugaz: llega, desarma y desaparece dejando secuelas en el ánimo que dan vueltas hasta la próxima inquietud. El tiempo pasa y es difícil en tiempos de pa